miércoles, 31 de agosto de 2011

Por esto se inició mi persecución...

Trabajaba en el periódico (semanario) El Guaycura, comandado por José Montaño que aparecía como director y con Manuel Bañuelos que hacía las veces de jefe de redacción, pero realmente era quien se llevaba las ganancias del semanario.
Un día de 1991 cayó una avioneta en Las Cruces, a 40m km de La Paz, que traía 700 kilos de cocaína y una silla de montar, con las inciales PG, para la querida-esposa del Gobernador Víctor Manuel Liceaga Ruibal, Patricia Gutiérrez, pero para desgracia de los narcochalanes el operativo fue detectado desde que la avioneta cruzó la frontera con Guatemala, lugar desde donde fue seguida por los radares gringos quienes ordenaron a los militares nacionales que la detuvieran o no les daban la estrellita de buenos muchachos que combaten el tráfico de droga.
Los operadores de tierra, una vez con la carga en sus vehículos, se dirigieron a una casona de las calles Ocampo y México, donde después taparon las evidencias colocando unas oficinas del ISSSTE, lugar hasta donde llegaron los soldados. Los chalanes dejaron las cosas ahí, y se fueron.
Frente al lugar, de casualidad me encontraba visitando a un amigo, y desde donde pude grabar 'cómo se logró la confiscación'
De inmediato redacté la nota, a la que Manuel cabeceó con "Peces gordos", cuidé de no mencionar los nombres de los protagonistas pero sí dejando entre líneas la ubicación de sus despachos, para que los 'conveniados' no detectaran las coordenadas de qué o quienes estaba detrás del operativo.
¡Salió publicado!
De inmediato Julio César Saucedo Pineda (QEPD) habló por teléfono con Bañuelos a quién ordenó me despidieran del semanario de lo contrario 'el señor' le retiraría el chayote.
¡También!, en ese momento me encontraba en las oficinas viéndole las caderas a la secretaria, ¡Umh!, cuando Manuel descolgó el teléfono a esa llamada 'oficial' luego empezó a balbucear: Si, señor, si como no. volteaba sus ojos a su escritorio, a la pared, al piso, evidencia que me produjo la sensación de que era de mí de quien hablaban. No me equivoqué.
A la siguiente entrega  (me pagaba 100 pesos por 7 notas) no me recibieron los trabajos pues José Montaño alegó falta de dinero para seguir en las filas del semanario.
(1 entrega de 40)

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